2.01.2008

¿Está hundido en Cartagena el sarcófago del faraón Micerinos?


En 1837 un equipo de arqueólogos británicos descubrió la tumba del faraón Micerinos, que reinó en Egipto hace unos 4.500 años. Su sarcófago fue extraído con la intención de trasladarlo a Inglaterra por mar, a bordo de la goleta Beatrice, pero nunca llegó a su destino, ya que naufragó durante un temporal.
Sabemos por el testimonio de unos supervivientes que el buque se hundió el 10 de octubre de 1838 en un punto indeterminado próximo a Cartagena (España). Sin embargo nunca ha podido ser hallado, a pesar de diversas campañas de búsqueda. Así sigue oculto este enorme tesoro arqueológico, privándonos de un hallazgo de repercusión mundial.


La excavación
Inspirado por el afán de aventura y el deseo de alcanzar la fama, el arqueólogo británico Howard Vyse llegó en 1835 a la meseta de Giza dispuesto a descubrir los tesoros que escondía el desierto egipcio.
Sus excavaciones en la pirámide de Keops despertaron gran polémica, tanto por las dudas que generaron sus importantes hallazgos (encontró la vinculación “definitiva” entre el nombre de Keops y la pirámide) como por los métodos empleados para llegar hasta ellos: la dinamita.
En 1837, haciendo de nuevo abundante uso de la dinamita, consiguió alcanzar el interior de la pirámide de Micerinos (la más pequeña de las tres pirámides de Giza). Aunque la pirámide había sido saqueada siglos atrás, el coronel Vyse dio con importantes hallazgos, entre estos el más destacable fue sin duda un sarcófago de piedra, bellamente decorado, pero destapado y vacío, que encontró en la cámara funeraria de la pirámide.


El viaje
Vyse estaba decidido a llevar cuanto antes la valiosa pieza hasta el Museo Británico, para de este modo alcanzar sus objetivos: la fama y convertir Londres en la capital arqueológica mundial, ganándole esta batalla a sus principales rivales: Alemania y Francia. Por ello a finales de septiembre de 1838, en el puerto de Alejandría, embarcó los tesoros hallados en dos buques, que partieron el 30 de ese mes rumbo a Inglaterra.
Uno de esos barcos, la goleta Beatrice, nunca llegó a su destino. De su ruta desde Alejandría hasta el momento del naufragio, únicamente se sabe que la Beatrice alcanzó las islas de Chipre, Cerdeña y Malta.



El naufragio
Azotada por un fuerte temporal, El 13 de octubre la Beatrice se hundió con toda su carga, llevándose al fondo del mar el valioso sarcófago. Aunque nadie conoce el lugar exacto del naufragio, las pocas pistas que hay apuntan a que fue cerca de Cartagena.

En primer lugar toda la tripulación consiguió salvarse alcanzando a nado las costas de Cartagena, aunque algunos de ellos apenas sabían nadar, lo que podría indicar la proximidad del lugar del hundimiento. Por otra parte, según declaró el capitán de la Beatrice en la investigación abierta por la aseguradora del buque, cuando enfiló hacia el puerto más cercano en busca de refugio, chocó contra unas piedras “cerca de Cartagena”.
Hasta ahora todas las investigaciones 'serias' han centrado la búsqueda en la bahía de Cartagena, pese a las hipótesis que apuntan a su desembarco en algún punto de la costa italiana o griega.
Pero nunca jamás se ha vuelto a saber nada del sarcófago ni de la Beatrice.

El sarcófago
Lamentablemente sólo disponemos de los dibujos y descripciones hechas durante la campaña arqueológica dirigida por Howard Vyse. En ellos se retrata un sólido pero delicado sarcófago de basalto realizada de una sola pieza, a excepción de la tapa. Tallado y pulido con exquisito cuidado, reproducía en sus caras exteriores la fachada de un palacio, y era tal su perfección que parecía tallado en madera en lugar de en durísima piedra.
Con más de dos metros y medio y medio de largo y casi un metro de altura y anchura, la mole negro-azulada de casi tres toneladas debía presentar un impresionante aspecto.
Lamentablemente su desaparición nos ha privado de saber si perteneció realmente al faraón Micerinos y de las investigaciones que podían haber hecho los arqueólogos sobre el sarcófago.


La búsqueda
Es fácil imaginar que semejante tesoro despertó el interés de arqueólogos, cazatesoros e incluso de algunos gobiernos desde el mismo momento de su desaparición. Sin embargo nada se supo de su búsqueda hasta que en 1984 el asunto fue tratado por el Congreso de los Diputados de España.
Más de diez años después, en 1995, la Fundación Clós manifestó su interés por emprender una campaña de búsqueda, pero finalmente fue el Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas y el Centro de Buceo de la Armada, ambos con sede en Cartagena, los que sumaron sus esfuerzos para intentar localizar la Beatrice y su carga.
El Gobierno de entonces, a través de los ministerios de Cultura y Defensa, demostró un gran interés por esta campaña, haciendo posible que aunasen su talento Iván Negueruela Martínez (director del Museo Nacional de Arqueología y Marítima-Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas) y el capitán de navío José Seijo Salazar (jefe del Centro de Buceo de la Armada).
Con los medios disponibles en aquellos momentos se emprendió un rastreo sistemático por la bahía de Cartagena. Y pronto surgió la sorpresa: muy cerca de la entrada al puerto, junto al dique de Navidad, apareció semienterrado en el fondo un buque de dimensiones parecidas a las de la Beatrice, cubierto por grandes bloques de piedra, perfectamente rectangulares, de aspecto similar a los empleados en las pirámides egipcias. Sin embargo la investigación determinó el buque no era la Beatrice y que los grandes bloques no eran más que parte de las estructuras de piedra empleadas en la construcción del dique.
Otros pequeños hallazgos, como la aparición de una pieza de una vajilla, restauraron fugazmente las esperanzas de hallar el sarcófago, pero todo fue en vano. Finalmente se abandonó la búsqueda, retirando los efectivos dispuestos para ello.
No obstante el interés continuó y continúa por parte de arqueólogos, cazatesoros y algún que otro curioso.

¿Aparecerá algún día el sarcófago?
Es posible que la fallida campaña emprendida por el Gobierno español haya desanimado a los políticos para autorizar y unirse a otras propuestas de búsqueda de la Beatrice. La ausencia de datos fiables no contribuye además a fomentar esta aventura.
Sin embargo las modernas tecnologías de exploración submarina están permitiendo, cada vez más, sistemas muy exhaustivos, eficaces y fiables, que a juicio de algunos podrían determinar con exactitud si el sarcófago está hundido en aguas de Cartagena o no.
Por lo tanto la historia no ha acabado. No me cabe duda que el convenio firmado en agosto de 2007 por el Ministerio de Cultura con la Fundación norteamericana Aurora SP Trust (Aurora), “para la prospección arqueofísica de la Bahía de Cartagena”, también alberga la esperanza de dar por fin con semejante hallazgo.
[1]
La razón para unirse a Aurora es que esta dispone del robot de teledetección submarina adecuado para “el estudio y prospección sistemática del fondo submarino de la bahía de Cartagena para localizar, documentar y estudiar los restos arqueológicos a media y gran profundidad”. [2]

El éxito de la campaña de 2007 (se han encontrado grandes anclas antiguas, un par de pecios modernos de los siglos XIX y XX y los restos de un barco romano, bien preservado, datado aproximadamente en el siglo I a. de C.), unido a la experiencia de los arqueólogos del Museo Nacional de Arqueología Marítima y del Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas, han conseguido que ya se esté planificando la campaña de 2008, con la intención de estudiar sistemáticamente la costa mediterránea española.
Por lo tanto es posible que esta vez se encuentre o se descarte para siempre la existencia del sarcófago de Micerinos en aguas de Cartagena.

Notas:
1. Nota de prensa del Ministerio de Cultura (agosto 2007).
2. Ibídem.

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