Hace más de diez años asistí a un debate entre profesores universitarios sobre los posibles efectos de Internet en la difusión de conocimientos científicos. Algunos advertían del riesgo que suponía poder anunciar hallazgos de forma inmediata, obviando el tradicional proceso que sufría cualquier descubrimiento ante la comunidad científica. Pero ni siquiera los más pesimistas podían imaginar las repercusiones que tendría en pocos años esta herramienta de la comunicación. En efecto, tal y como se ha comprobado en este caso, cualquiera puede aventurar el mayor de los disparates y obtener la atención de los medios, de los políticos e incluso de algún responsable de una institución científica. Y todo ello sin moverse del sillón de casa, armado con un teléfono y una conexión doméstica a Internet.
Este caso es además particularmente ridículo, ya que la zona del supuesto hallazgo es de muy fácil acceso. De tal modo que los mencionados señores Azuar y Noguera, ante las preguntas de los periodistas, podrían haber recorrido en media hora los escasos kilómetros de autovía que separan sus oficinas del lugar señalado, comprase una máscara de buceo al pasar por Decathlon y sumergirse hasta la cintura en la cálidas y calmadas aguas del Mar Menor. Así podrían haber hablado con información de primera mano, evitando hacer el ridículo ante la comunidad científica. Por otro lado, dar pábulo a este tipo de noticias es un insulto para los arqueólogos que llevan décadas trabajando en este campo, sufriendo la incomprensión y el olvido de las administraciones.
El litoral de la comarca Cartagena-Mar Menor constituye el más importante polígono arqueológico submarino del Mediterráneo español. Desde hace más de 40 años se han llevado a cabo diversas campañas de prospección, extracción y conservación de restos sumergidos. El principal fruto de todo ello ha sido colocar a los arqueólogos españoles entre los más destacados de todo el planeta, pese a la escasez de medios y las trabas impuestas por el responsable político de turno.
Volviendo al asunto del 'descubrimiento' en La Manga, tan solo apunto que una conocida herramienta documental descarta la existencia de este hallazgo. Se trata de una serie de ortofotos realizada por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos entre 1956-57, comúnmente conocida como 'vuelo americano'. Una simple comparación con imágenes recientes deja en evidencia la modernidad de los 'rectángulos', que con toda probabilidad corresponden a dragados realizados durante los diferentes procesos de urbanización en la zona.
Estas imágenes están al alcance de cualquiera en www.cartomur.com, un sitio de la consejería de Industria y Medio Ambiente donde se puede consultar la cartografía de la Región de Murcia. Una información que sin duda debería conocer la Indiana Jones que se atribuye el 'descubrimiento', ya que trabaja en la Dirección General de Ordenación del Territorio de esta misma Consejería.
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